
Publicamos esta experiencia llevada por el Espíritu porque es una experiencia de COMUNIÓN. El Servicio Nacional de Comunión CHARIS anima a todas las realidades carismáticas a tomar iniciativas, sobre todo en los niveles locales, que construyan la COMUNIÓN, que nos hagan más hermanos y hermanas, y que nos ayuden a caminar unidos hacia el Señor.
En los salones de la Concatedral de Santa María, los sábados 4, 21 y 28 de mayo y 11 de junio, grupos de oración de la RCeE y grupos de oración de la RCCE de diferentes localidades de Castellón , Familias Invencibles, la Comunidad De Siervos de Cristo Vivo y la Comunidad de las Bienaventuranzas, nos reunimos para celebrar en fraternidad la Pascua del Señor.
Dios quiere entrar de lleno en nuestras vidas fortaleciendo, reconstruyendo y creando “de la nada”. El Señor nos invita a la unidad y la concordia. Hemos preparado una casa abierta a todos los que quieran participar.
Parece que el Señor nos va hablando por medio de una brisa suave en medio del calor que hace ya por estos lares. Se eleva un canto, un gesto, una palabra, una mirada, un abrazo, todo pequeños detalles en medio de nosotros. Sin mucho ruido, ni aspaviento, se va hilando en medio de nuestro corazón ese tejido que solo el Espíritu puede tejer. Dios ha venido con una brisa suave recordándonos esa promesa que nos hizo, en ese primer bautismo.
Unos pocos hermanos vienen por primera vez. La mayoría somos ya “de muchos años de experiencia”. Pero todos sabemos que el Espíritu es siempre nuevo. Así lo queremos vivir, dejando todo lo viejo. Agradecemos al Señor la fidelidad con algunos hermanos muy mayores que nos acompañan.
Sentimos que algo nuevo quiere construir el Espíritu Santo, y parte de nuestra confianza en él, no de nuestras fuerzas. Nuestro Obispo D. Casimiro nos ha hablado, en la Vigilia que nos ha presidido, del tándem diversidad y unidad. Las dos propiedades solas no funcionan, porque caen en la tiranía o la dispersión.
El sábado orando por el Espíritu, recordamos el Señorío de Cristo. Se nos habían entregado unas “coronas”. Finalmente todas quedaron a disposición del único Rey. Durante ese momento de entrega delante de Jesús sacramentado, hubo una paz muy grande, un descanso y abandono del corazón en Dios, que dará sus frutos.
Tuvimos una efusión que se fue derramando mientras los hermanos oramos unos por otros en un salón donde, además de las palabras que el Señor nos dio a cada uno, resonaba una, fuertemente para toda la Asamblea:
“El amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado”
Rom 5,5